A fines de 1966 Nicanor Parra llegó a nuestra ciudad, invitado por el departamento de Extensión Cultural de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). El recordado periodista Manuel Jesús Orbegozo le realizó un “anti-reportaje” en Magdalena del Mar para El Dominical, que transcribimos completo a continuación, respetando el peculiar estilo en que fue redactado.

Solo unos meses antes, el arribo de Pablo Neruda y su condecoración con la Orden del Sol fue exhaustivamente cubierta por los medios. Todo lo contrario a la visita casi desapercibida del autor de “Yo soy el Individuo”.

La foto superior lo muestra en la UNI, en uno de los pocos recitales ofrecidos, acompañado de su sobrino, el músico Ángel Parra, hijo de Violeta. El repertorio de Ángel por esos días incluía temas del folclore latinoamericano y canciones de su madre, quien ese año dio a conocer su último disco publicado en vida, que incluía temas como "Gracias a la vida" y "Volver a los 17”.


PARRA EN UNA ESQUINA LIMEÑA

NICANOR, EL DEL ANTIPOEMA“AnTI” reportaje por Manuel Jesús Orbegozo


He entrevistado a Nicanor Parra, antipoeta

y catedrático de Mecánica Racional, chileno,

de Chillán para ser más exacto, y estar a tono

con las ciencias que él enseña y de las cuales vive

"porque a estas alturas, hombre, déjate de bromas,

la poesía no da a veces, ni para comer".


Lo he entrevistado cuando los acontecimiento

con relación al 1957 no han cambiado mucho:

Ese año –en el antipoema– la Sagan dio vuelta de campana .

Ese año lo hace Kim Novak en “The Sunset Boulevard”

muere otro diplomático alemán en Santiago

los ministros tratan de conservar la línea

281 personas perecen en el mar Egeo, y qué raro,

en Huancayo, Abdulá Mustafá Alí mata a otro árabe.


Nicanor Parra, en un restaurante de Magdalena, saborea

una banderilla de anticuchos, mientras rojos claveles

le rinden homenaje por ser él quien quiere

tirar a la basura todo lo que se ha venido escribiendo

durante medio siglo de poesía, señoras y señores,

tratándonos de tomar el pelo como a unos reverendos

tontos solemnes que él detesta

ya sean de izquierda o de derecha.


Y bueno, comiendo, comiendo yo le he preguntado

¿por qué tan surcado de arrugas? Y él me ha contestado

que no son arrugas sino cicatrices. Y ha recordado

escenas desastrosas: la epilepsia,

las peleas a cuchillo entre los borrachos,

su infancia sin zapatos y sin padre y el rostro

de su madre multiplicándose y dividiéndose

para alimentar a ocho hijos.

Y ha recordado el día exacto en que llegó a Santiago

y nadie fue a recibirlo como ahora que van

a los aeropuertos y le ofrecen casa y comida

y lo invitan a Moscú, a La Habana o a New York

para que hable en el "Pen Club";

como ahora que es protagonista de anécdotas memorables

voy a contarles una: la que ha pasado

en la residencia del Rector de la UNI

la noche en que le ofreció un cocktail.

Hasta allí llegó otro matemático chileno, colega suyo

llamado Abuabuada que en árabe quiere decir

"el que lleva el agua".

Abuabuada se encontró en la reunión con el poeta y, vaya uno a saber

con qué intención, le dijo: "Hola, Parrita,

y tú, qué haces aquí?

Entonces, Parra se quedó de una pieza: "¿No será –dudó-

que este cóctel no lo han hecho para mí?".


Cuánto me alegra ver a Nicanor Parra que se devora

los anticuchos y saborea

un vinito que, sin saber que era tan caro,

yo pedí al mozo que nos lo sirviera.

Y bueno, yo le pregunto a Parra si su poesía

sólo es una reverenda Cueca Larga,

si nos quiere meter gato por liebre.

El me contesta que no, que su poesía

es un grito de guerra contra los reducidores de cabezas,

una cosmovisión, una cruzada,

porque no se concibe que nosotros sigamos bailando

el "Danubio Azul" cuando los astronautas ya casi

le rozan las barbas a Nuestro Padre Eterno.

Más temprano, en el Crillón, afirmó que su poesía

es la oscilación entre lo trivial y lo trascendente,

que su poesía es una montaña rusa,

en una feria donde él hace de juglar,

tratando, con gran sentido del humor que el hombre olvide

los vicios del mundo moderno:

los trucos de la alta banca ,

el reblandecimiento de los favorecidos por la fortuna,

la pena de muerte que pende sobre alguien, etc.

Nicanor quedó encantado de los que lo entrevistaron

porque hablaron muy bien sobre Eliot,

Paul Eluard o Ezra Pound a quienes él admira,

pero considera sólo surrealistas teorizantes.

Allí habló sobre la Relatividad, pero no les dijo que

la importancia de la poesía crece en razón directa

al cuadrado de la velocidad de la luz,

cuya fórmula me parece que es: E igual a mc al cuadrado.


Le he preguntado, como "Portal", si no se siente

identificado con Don Quijote de la Mancha.

Me ha contestado que no, que él no ataca los molinos

de viento creyéndolos gigantes, sino ataca a

los gigantes creyéndolos molinos de viento.


Indudablemente Parra no es ahora el mismo de antes.

Es decir, ahora no va a ser loco de matricularse

para seguir tres profesiones a la vez y además,

ser inspector del Internado Barros Arana

tener 17 años y una desnutrición de nacimiento.

Claro que el ímpetu sigue igual. Escribe, afirma,

todos los días y actualmente debe entregar a Losada

su último libro titulado “Camisa de Fuerza”.

A propósito de camisa, Parra no es aliñado, no cuida

pequeños detalles (ahora mismo tiene un puño descosido).


Le he preguntado si en Chile es el número uno.

Él se limpia con la servilleta y medita

porque para mentir y comer pescado hay que tener cuidado.

"No puedo contestarte esa pregunta", me responde

pero ya los críticos lo han hecho oportunamente.

En las antologías van callando a Neruda, a Huidobro

y en cambio hablan de Parra, de Gonzalo Rojas, de Lihn.

Parra repite: "Es feo que tenga que decirlo yo mismo,

pero mi planteamiento afecta no sólo las ramas

de la poesía nacional, sino las raíces mismas

de los árboles que forman el bosque".

–¿Eres, entonces, el precursor de la antipoesía?

–Aceptando que nada nuevo hay bajo el sol,

yo publiqué "El gato en el camino" el año 1935,

antes que los europeos inventaran el "anti"-todo.

De esto no me dejará mentir Jorge Millas".

-¿Y el mensaje de Neruda sobre el hermetismo poético?

–Tomás Moro prologó en 1942, "Tres poetas chilenos"

y habló sobre una nueva luz en la poesía.

¿Sabes qué luz era esa? –me preguntó el antipoeta,

pero yo no le supe contestar como es debido.


Parra quisiera como postre unas uvas, como esas del valle

de Chillán, pero "Sólo hay manzanas, señor, o peras de agua”.

Parra dice que él estaba obsesionado por escribir

poesía como lo estuvo por aprender matemáticas

y de hecho se arrancó con "Déjeme pasar, señora,

que voy a comerme un ángel".

La señora era la poesía.

Al libro lo conocen como "Romancero sin nombre"

porque "Sin nombre" se llamaba el almacén de su barrio.


Enamorado de Lima –"de no vivir en Santiago viviría

aquí o en La Habana"– el antipoeta dice que su teoría

no es la divina pomada. Al contrario, aconseja

a los que se inician: "Escriban como quieran".

Ama la libertad de expresión y por eso protestó

cuando los rusos acallaron a Daniel y Siniavski,

pero al mismo tiempo protestó contra Valeri Tarsi

y lo paró en seco cuando acusó a la URSS

de totalitarismo cultural que "no es cierto".


El mozo pasa y repasa como diciendo

"¿Puedo traer ya la cuenta?" como que, en efecto,

la trae dobladita y yo patino en seco al ver

¡qué caros son ahora los restaurantes de Magdalena!

Entonces nos salimos a buscar algo nuevo

como él hizo en su país, por ejemplo:

Nacionalizar la poesía.

(Y pensar que hay quienes están contra el sistema).


Vamos por la Avenida Salaverry. Parra califica

a los poetas chilenos, "Salvo honrosas excepciones"

de padecer de retoricismo galopante.

Y repite: "Ya no hay derecho, hay que abrir las puertas

y ventanas para que nos entre el oxígeno”.

Luego abre su corazón para vaciar su agradecimiento

a Aristófanes, a Chaplin, a los "rotos" chilenos

y a Vallejo de quien, dice, ha aprendido mucho.

Recita en el camino partes de "Los Caballos

de los Conquistadores" o de "Canto Coral a Túpac Amaru"

Recuerda a Ciro tecleando "La Serpiente de Oro"

y habla de Arguedas, de Hereaud y de Germán Belli.

Justamente Belli estaba por ahí esperando su ómnibus.

Lo invitamos a subir. Él sube. (Un clásico ha subido).

Como el tránsito amodorra, Nicanor pone la primera piedra

de la llamada flema británica: Ha bostezado,

lo cual no está muy bien para un latino,

pero como él ha vivido en Oxford, sabe

que emocionarse eso sí sería mala educación.


Parra que comenzó en cero y que ahora

tiene hasta una chimenea de piedra en su cabaña,

recuerda a su hijo Nicanor de 18 años

que está dando la vuelta al mundo

como "Help boy" a bordo de un barco sueco.

Y a Catalina hoy casada con un discípulo

de Ortega y Gasset, a quien escribiera alguna vez:

"Aunque sólo seas/ vista a la distancia/

niña inolvidable/ Catalina Parra".

Y por supuesto también ha recordado a su hermana

Violeta y a su sobrino Ángel, folkloristas los dos.


Catedrático de los “beatniks” como Ginsberg,

que quisiera firmar los poemas de Parra

no comulga con el partido único

y, para que lo sepan, le parece muy bien que nadie

se enriquezca a costa de los demás. Él no sabe

el “modus operandis” para que se liberen los explotados,

pero recomienda que si lo hacen no sea por la violencia,

“porque las ideas son las ideas y la muerte es la muerte.

Yo no tengo temor a mi propia muerte,

sino a la muerte de los demás”.


En el hotel, antes de despedirnos, con los ojos

me anuncia que va a escribir una filípica contra

los plátanos orientales, porque despiden un polen

que lo ponen de muerte. El es asmático .


ENTREVISTA APARECIDA EN EL SUPLEMENTO EL DOMINICAL DE EL COMERCIO, 1966